Dolor lumbar y ciática. Cómo prevenirlos y cómo tratarlos
La diferencia fundamental que podemos hallar cuando hablamos de la ciática y de la lumbalgia radica esencialmente en el origen de ambas problemáticas.
Mientras que la lumbalgia se manifiesta en la parte baja de la espalda proviniendo las molestias de la columna vertebral, la ciática es una anomalía que implica síntomas como entumecimiento, dolor, debilidad y hormigueo fundamentalmente en las piernas debido a una lesión o una compresión excesiva del nervio ciático. Por estas circunstancias, habremos de prestar especial atención a los síntomas derivados de la dolencia para poder permitir que el médico realice un diagnóstico certero.
Diferencias esenciales entre el lumbago y la ciática
La lumbalgia consiste en una anomalía autolimitada residente en la columna vertebral que puede deberse a una multiplicidad de factores como una mala postura o un esfuerzo excesivo al practicar alguna clase de deporte o levantar un peso importante. Como bien se puede percibir por su denominación, se trata de una dolencia que afecta principalmente al área lumbar y aparece causada por alteraciones en algunas estructuras que conforman la columna como los músculos, las vértebras, los discos o los ligamentos.
Por su parte la ciática puede definirse como un síndrome especialmente doloroso localizado en el trayecto que define al nervio ciático. El dolor tiende a partir de las nalgas, irradiando las molestias a través de la cara posterior del muslo y la parte externa de la pierna pudiendo alcanzar, incluso, el propio pie. La ciática dispone como origen una irritación evidente del nervio o de algunas de las raíces que lo forman.
TRATAMIENTO
La aplicación de calor seco localizado, es el tratamiento por excelencia para este tipo de dolencias, además de la aplicación de masoterapia suave, electroterapia analgésica, estiramientos suaves y progresivos, y ejercicios de fortalecimiento y recuperación específicos indicados por un profesional de la salud y del deporte.
PREVENCIÓN
La realización de estiramientos diarios, evitar las malas posturas y alzar excesivo peso, descansar bien por las noches, llevar una buena alimentación, realizar ejercicio diario controlado, mantener una buena ergonomía en el trabajo y beber agua para mantener el cuerpo bien hidratado.
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